No cabe duda de que los fuegos artificiales pueden ser un complemento de diversión que culmine la fiesta de una boda. Pero, como todo en esta vida, el exceso o el descuido en la elección, puede convertir lo que pretende ser un detalle de elegancia y de diversión, en una estrundosa explosión de ruido, un susto inesperado y un peligro para los asistentes.
Fuegos artificiales llenos de color |
Pregunto : ¿qué pintan en una boda los petardos de muchos decibelios cuando se cuidan con esmero los detalles estéticos, el menú, los adornos delicados, la iluminaición , la solemnidad de la ceremonia, y las musicas más selectas ?. Da la impresion de que se pretende lo imprevisto provocando mas que sorpresa, el susto puro y duro...al final la broma gorda.
Garcias a la T.V. hemos contemplado inauguraciones y clausuras de festivales o acontecimientos deportivos donde el colorido y las fantasias aéreas se armoniza con el sonido lejano trasformando la noche en un cielo sorprendente y un espectáculo inolvidable.
Ruido sí, pero el imprescindible, por favor.
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